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¿Cómo funciona el Yoga?

Actualizado: 21 ago 2023



¿Cómo funciona el yoga?


El yoga es la ejecución práctica de principios y conclusiones. Los principios y las conclusiones védicas dan dirección a las acciones prácticas. Por eso es un sistema védico, así como un sistema científico lleva a la práctica la ejecución de los principios y conclusiones científicas al tratar las enfermedades, sistemas de medición, construcción, cálculo, explicación de los fenómenos, etc. El yoga es una de las formas de expresión de los principios védicos.


El yoga es un darshana o punto de vista védico, es decir, responde a un sistema milenario que ha sido codificado a través de mantras y textos, compendios sobre lógica, descripciones de la realidad, rituales, consejos prácticos, historias épicas y poesías.


Toda una tradición que se ha cuestionado a sí misma hasta llegar a conclusiones sólidas, así como la ciencia, aunque con un método diferente. De este desarrollo nace el yoga. Entre el fin de la era anterior y el comienzo de la nuestra, se establece una sistematización de lo concluido en el texto llamado Yoga Sutras, atribuido a


El yoga, entonces, funciona dándole dirección a nuestras acciones. La dirección es hacia la realidad, es decir, hacia lo que es imperecedero, estable e infinito. Recordemos que, dentro de los principios védicos, nuestra realidad se compone de lo oscilante, cambiante y limitado (prakriti) y de lo estable, no cambiante e ilimitado (purusha). Esta realidad estable es jivatman, atman, brahman, purusha, ishvara, ananda; muchos nombres diferentes dependiendo desde dónde se explique esta realidad, ya que, como sabemos, en miles de años siempre se suceden diversas explicaciones e interpretaciones de una misma cosa.


¿Y cuáles son estas acciones a las que se les da dirección? ¡Son todas!. Comer, vestirse, caminar, relacionarse, alimentarse, tratar los desequilibrios, etc. El yoga tiene técnicas para recrear el cotidiano en una práctica e idealmente reflejar situaciones cómodas, incómodas como en el día a día para entrenar la capacidad de conocer como las vivenciamos y direcciónar nuestras reacciones de la manera más beneficiosa posible para nuestras vidas, al tiempo que fortalece el cuerpo, las funciones orgánicas, muscular, nerviosa, conceptual, cognitiva, etc.


 

Darle dirección a la acción


Se entiende que nuestra naturaleza cambiante es accional, es decir, acciona constantemente así no nos movamos, estemos durmiendo o caminando. Un lugar abandonado, por ejemplo, va a tender a destruirse con el tiempo e incluso un objeto colocado en el vacío está sometido al tiempo.


Entonces, si siempre estamos accionando, ¿no será bueno darle una dirección a la acción?. Es lo que hacemos o intentamos hacer desde siempre. Dormimos, nos levantamos, estudiamos, nos emparejamos, buscamos un oficio, nos lavamos los dientes, compramos una polera bonita, fumamos, tomamos alcohol, bebemos jugo, comemos, hacemos ejercicio y un gran etcétera.


La dirección que tomemos dependerá de la cultura, de nuestra historia, de innumerables factores. En nuestra cultura, comúnmente la dirección era ser profesional y tener una familia. Hoy en día es quizás no tener una familia y no estudiar. Y así, nos vamos “persiguiendo la cola”.


Culturalmente no tenemos muchas herramientas para comprender qué dirección tomar, porque no hemos logrado definir bien conceptos como la felicidad, el amor, la realización personal y estos conceptos funcionan como signos o señales, es decir, nos señalan direcciones; si no es claro para dónde apuntan, partimos hacia cualquier parte.


Con el yoga he comprendido que todas estas acciones: la polera bonita, lavarse los dientes, emparejarse, tener un oficio, etc., tienen un solo objetivo: el alma, encontrar nuestra naturaleza.

Queremos hallar aquello que se ha llamado amor, felicidad, paz interior, alma, ananda, etc., solo que no sabemos bien qué es la paz interior, el amor o la felicidad (como leímos en el volumen N° 5 de esta revista sobre el “amor”), así que hay quienes intentamos con más o menos maneras encontrar eso que pareciera faltarnos. El yoga nos da una dirección.


El yoga sutra establece principios, por ejemplo, el santosha, que propone mantener una actitud positiva, una especie de constante reestructuración cognitiva que intenta lograr cierta objetividad con cosas simples, como cambiar la idea de “que feo está el día” por “el día está nublado, silencioso, lleno de colores verdosos, con un aire frío y fresco”; o reemplazar “no puedo hacer esto” por “lo voy a intentar”.


Otro principio como "ahimsa", "sin violencia", plantea, por ejemplo, no tratarnos mal. Aprender a cuidarse y a respetarse, a reconocer qué cosas y personas te estancan y te hacen mal, y aprender a dejarlas de lado; considerar que tienes algo valioso que hacer en esta vida, cuidarte, quererte y de esa forma poder también relacionarte de mejor manera.


Observar la respiración, liberar tensión, mantener tus espacios limpios, no tener más de lo necesario o de lo que se puede manejar, la honestidad, hacer esfuerzos por lograr cambios que generen tranquilidad y muchos conceptos más. Estos se pueden entender más allá de la cultura, por ejemplo, la tranquilidad no se refiere necesariamente a estar en una hamaca donde nadie te moleste. Tranquilidad puede ser incluso ir arriba de un bote, en una tormenta, gritándole al mar que lo vencerás, con el corazón repleto de convicción. ¡Qué belleza! Aunque puede ser también la hamaca, depende de cuál es tu camino, de las acciones acumuladas que debes sublimar, de tu historia, intereses, expectativas, de tu voz interior.


 

Las técnicas del yoga

Reconocemos al yoga en alguien con calzas y un mat. Esto es correcto para la práctica de ejercicios psicofísicos, que es la propuesta tántrica o corporal para el yoga védico. La cultura tántrica plantea usar el cuerpo como inicio y sugiere el hatha yoga (técnicas de ejercicio, limpieza corporal, alimentación, respiración y más) para seguir la dirección que popone el yoga. Dentro de esta corriente hay muchas subcorrientes, porque, como les contaba, la idea es direccionar todas las acciones, así que hay muchas formas, pero una sola dirección propuesta.

Entonces podemos unir movimientos con respiraciones, estirar el cuerpo para liberar registros en forma de tensión: rabias, penas, enojos, noticias, frustraciones, anhelos o envidias -la lista es larga; o mantenernos en una posición fija y observar qué sentimos e indagar para saber qué es realmente eso que sentimos; o hacer esto último en movimiento o al despertar o antes de dormir -las formas son infinitas. El camino corporal es muy inteligente porque la palabra limita. Puedo decir: ¿qué siento? y responder: pena, y termina el proceso. Pero indagar qué siento realmente, de manera fenomenológica, más allá del concepto, es genial. Siento un dolor y pienso: ¡me duele!, pero ¿qué duele? ¿Duele el tejido, el nervio, el anhelo, mis resistencias, mi propia tensión, mi pena? ¿Qué? ¿Cómo se siente?, ¿será dolor? Gradualmente se pueden ir liberando estas “tensiones”, logrando claridad, estabilidad, sin necesariamente pasar por las palabras, por los conceptos; no es necesario ir a la memoria conceptual o imaginativa, al registro sensorial comprensible en palabras, por que la memoria no está en el recuerdo si no que está presente aquí y ahora en forma de sensaciones, reacciones, formas de ver el mundo, así que trabajamos sobre eso, y si aparecen imagenes verbales o conceptuales, también las observamos por que son presentes. Este entrenamiento gradual va permitiendo reeducar las reacciones, los juicios, las ideas, conocer y gestionar nuestras memorias sin ponerles necesariamente un nombre o una calificación.


Podemos unir movimientos con respiraciones, estirar el cuerpo para liberar registros en forma de tensión: rabias, penas, enojos, noticias, frustraciones, anhelos o envidias -la lista es larga; también mantenernos en una posición fija y observar qué sentimos e indagar para saber qué es realmente eso que sentimos; o hacer esto último pero en movimiento o al despertar o antes de dormir: cocinar de cierta forma, tomar agua, reconsiderar nuestras relaciones, nuestro cotidiano; las formas son infinitas.





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